La Estrella (Antioquia) - Colombia

Modelo pedagógico Waldorf, Educación que Humaniza

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Principios Sociales

CONTEXTUALIZACIÓN

Las prácticas educativas y pedagógicas que cotidianamente se adelantan para contribuir a la formación integral y armónica de los jóvenes debe dar prioridad a los proyectos y actividades que propicien la formación cívica y ciudadana de los alumnos, en los términos que se derivan de la Constitución Política de 1991, la formación moral y la fundamentación ética de la personalidad, el reconocimiento y el ejercicio de los derechos humanos fundamentales, la educación de la responsabilidad y la conservación, protección y mejoramiento del medio ambiente natural social.

Valores tales como la vida, la convivencia, el trabajo, la equidad, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la paz, la democracia y la identidad, deberán ser cuidadosamente fundamentados en todas las áreas del currículo y en especial mediante el estudio y el análisis de los derechos, deberes y obligaciones de los ciudadanos”.

Todo lo anteriormente enunciado, tiene lugar en El Colegio Rudolf Steiner a través de sus diferentes niveles.

Principios Rudolf Waldorf

LA TEMPORALIDAD

Una de las características de la actualidad es el alto grado de autonomía alcanzado por el ser humano frente a los ritmos naturales que otrora regían y condicionaban su vida y actividad, y por ende la organización de su tiempo. Esta autonomía le permitió desplegar una intensa e inusitada actividad que enriqueció notablemente su vida, pero a la vez le acarreó un caudal de problemáticas que en gran medida dependen del hecho de haberse sustraído a los ritmos naturales básicos. En el transcurso de los últimos años se ha redescubierto en ámbitos científicos la importancia y el sentido del ritmo para el ser humano. Toda vida implica ritmos; el conjunto de procesos vitales es una armonía rítmica, tal como el universo entero palpita en ritmo el ser humano mismo es pues una conjunción de múltiples ritmos diferentes.

Por ello se hace necesario religar a niños y jóvenes a la percepción y observación de los procesos rítmicos de la naturaleza, intensificando por ejemplo la vivencia de las épocas del año desde los más diversos puntos de vista.

Todo proceso de aprendizaje vivo, deberá necesariamente respetar y a la vez fomentar un ritmo adecuado. La pedagogía Waldorf considera fundamental la sana y equilibrada alternancia entre concentración y distensión, entre actividad intelectual y práctica, entre esfuerzo y descanso, entre recuerdo y olvido.
Así pues, se planifica lo más cuidadosamente posible desde ese punto de vista tanto el quehacer educativo anual, mensual, semanal y diario, como también cada una de las horas de clase a fin de lograr el ritmo adecuado a las fases de comprensión, asimilación y producción del aprendizaje.

Esto requiere estructuras flexibles y móviles que integren tiempos, duraciones y ritmos multiformes, es decir, una resignificación del tiempo. En educación, esto exige una organización dinámica, que se adapte a los contenidos, a las prácticas pedagógicas y al alumno.

En miras a esto, es que la pedagogía Waldorf organiza el sistema de enseñanza época o por épocas. Se entiende por época un periodo de tres a seis semanas en las cuales una materia se convierte en asignatura principal, y se estudia durante las dos primeras horas del horario escolar, según el principio de unidad formativa. Es decir, se selecciona un tema fundamental alrededor del cual se desarrollan los contenidos de la asignatura con el apoyo total de las disciplinas curriculares. Culminando ese período, otra asignatura pasa a ocupar el papel primordial y así sucesivamente.

Se alternan épocas de Ciencias Exactas, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales, etc.

Esto no implica modificación del presupuesto anual del horario, sino una redistribución con un mejor aprovechamiento del tiempo.

A continuación de la hora principal (época) se organiza un horario que se mantiene a lo largo del año escolar en forma estable, pero que sin embargo permite al grupo de docentes implicados en un curso, determinar, intercambiar, permutar entre sí sus horarios dentro del marco de los contenidos que desde sus disciplina deben brindar a sus alumnos. Es una tríada en la que flexibilidad, contenidos y articulación confluyen armónicamente.

De esta manera la estructura temporal se convierte en una red de comunicación en la que los docentes implicados discuten y deciden directamente la planificación del mismo.

La distribución y duración de las épocas está relacionada necesariamente con la planificación de los contenidos anuales y es el resultado del intercambio de los docentes. Esta organización se fija antes del inicio de cada año lectivo.

Los horarios se establecen conforme al principio de pasos comunicantes y parten del presupuesto de tiempo organizado según criterios de necesidad, operatividad y conveniencia, teniendo en cuenta e integrando los numerosos parámetros pedagógicos, psicológicos, biológicos y sociológicos que actúan sobre los alumnos y docentes.

Principios Rudolf Waldorf

De esta manera, se evita la atomización horaria de las materias, otorgando en cambio un tiempo más prolongado y globalizando a los temas con mayor profundidad de estudio y en estrecha relación con las demás asignaturas, ya que el “tema principal” nuclea a su vez la actividad de los alumnos en todas las demás áreas y disciplinas, es decir que lleva implícitamente la interdisciplinariedad. Las demás materias se agrupan alrededor del tema principal, sirviendo en muchos casos de marco, y enriquecen el tema central desde su especificidad.

Se establece así un cierto ritmo, en virtud del cual los alumnos identifican con claridad el área que se jerarquiza.

Esta organización ofrece la posibilidad de elaborar mayores y más coherentes unidades formativas, conservan el interés de los alumnos por un tiempo más prolongado y llegar a una mayor profundización de los temas.

Este funcionamiento implica: duraciones variables, ritmo variado en la progresión de las disciplinas a lo largo del año, del ciclo y de toda la escolaridad; una menor fragmentación del contenido y del tiempo; una organización temporal móvil regida por las posibilidades y necesidades de los alumnos, en el marco del respeto por las ciencias y su sistematización, y la búsqueda de un equilibrio.

Esto permite a su vez a los alumnos establecer una relación más personal con el tiempo del aprendizaje, formarlos en la reflexión y en la organización de sus trabajos, así como favorecer las situaciones en las que se respeta el ritmo de cada educando.

Al comparar la época con la hora cátedra, en cuanto el manejo del tiempo y el apremio para la realización del trabajo escolar, por lo tanto favorece la creación de un clima tranquilo y distendido. Por último suprime la ruptura en el trabajo, el cambio frecuente de docentes y propicia un uso temporal altamente económico.

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LA GLOBALIZACIÓN

En nuestro mundo actual se percibe un incremento del fenómeno de globalización en todos los ámbitos: el político, el económico y el socio-cultural. Esto se manifiesta como una tendencia de integración y unificación que busca superar el aislamiento y la especialización parcializada a través de una creciente interrelación e interdisciplinariedad profesional.

La educación no ha quedado exenta frente a este fenómeno.
La pedagogía Waldorf sólo puede concebirse desde el funcionamiento en equipo de los docentes en forma interdisciplinaria, tal como ha sido descrito anteriormente.

Esto requiere y crea una coherencia entre los objetivos y el ritmo de progresión de las distintas disciplinas, hace accesible al alumno las condiciones necesarias para una construcción global del conocimiento, utiliza la diversidad de enfoques y medios dentro de formas temporales variables y multiplica las fuentes del conocimiento.

Como consecuencia, se reduce el fraccionamiento de los contenidos, para lograr la unidad de las adquisiciones, disminuyendo la dispersión y permitiendo al alumno unir las fases de comprensión, aplicación, asimilación, producción y profundización del aprendizaje.

Un espacio en el que se da el intercambio interdisciplinario es la Junta de Maestros, que reúne semanalmente a todos los docentes del Colegio Rudolf Steiner.

Por otra parte, para fomentar una visión global, totalizadora de los saberes de los alumnos, la escuela Waldorf utiliza además el arte como recurso pedagógico, concibiéndolo como un verdadero puente entre el pensar, el sentir y la voluntad del ser humano. De allí que el arte en sus múltiples manifestaciones está presente en todos los ámbitos de la escuela, desde los talleres artísticos, el actuar del docente, la conformación del espacio físico y todas las actividades de los alumnos.

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LA VERTIGINOSA TECNIFICACIÓN

La técnica y la tecnología han transformado sustancialmente la vida y el trabajo del hombre contemporáneo. Debido a su acelerado desarrollo y creciente complejidad, este progreso ha provocado en el hombre un desconocimiento y una desconexión de los procesos técnicos funcionales básicos.

El origen de nuestra tecnología habrá de buscarse en la producción artesanal, donde el trabajo del artesano abarcaba el proceso completo. Cada paso de ese proceso le era cabalmente comprensible, los campos más avanzados de la tecnología de nuestro tiempo que le permitan el desempeño de una función dentro de la Sociedad.

La Pedagogía Waldorf se esfuerza para presentar a sus alumnos desde el inicio mismo de la vida escolar una enseñanza que permita “aprender haciendo”.
Con este fin desarrolla ofertas curriculares en el marco de la enseñanza tecnológica para experimentar en forma práctica y directa los procesos de producción humanos con una progresiva complejización asegurando su comprensión, los campos más avanzados de la tecnología de nuestro tiempo que le permitan el desempeño de una función dentro de la sociedad.

Los alumnos se confrontan, a través de los trabajos prácticos con los límites impuestos por el material y manejo de las herramientas. El diseño, la construcción y conformación de un objeto, lleva implícito el conocimiento evidente de sus funciones y las leyes fundamentales a las que se halla sujeto. Ello permite desarrollar capacidades básicas como la habilidad manual, el sentido de la proporción, la exactitud, la decisión, la perseverancia, entre otros.

Más allá del trabajo específico en los talleres, todo aprendizaje se apoya en la actividad práctica que involucre al alumno en la forma más completa posible. Bajo la premisa de aprender haciendo, se procura que la incorporación y asimilación de conocimientos no sea el producto de la mera abstracción sino el resultado de experiencias llenas de vida.

Se fomenta el despliegue de actividades llenas de sentido y se pretende que ello no se circunscriba exclusivamente el aprendizaje escolar, sino que abarque también el tiempo libre.

De esta visión se desprende una postura altamente crítica de la Pedagogía Waldorf frente a la inactividad y el consumismo pasivo que provoca el uso indiscriminado de la televisión, los videojuegos, etc. Lo cual representa un amplio campo de trabajo con los padres.

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LA ACELERACIÓN

La creciente influencia de la técnica, la industrialización, la motorización y la incidencia de los medios de comunicación, imprime el sello de aceleración a nuestra vida cotidiana.

Esto desemboca en una sobrevaloración de todo lo que permita resultados inmediatos, satisfacción veloz de deseos y adquisición pronta de capacidades y habilidades a costa de la pérdida del sosiego, la tranquilidad y la espera del momento y el tiempo propicio.

La vivencia de la aceleración parece haberse instalado en el seno mismo de nuestra sociedad, abarcando todos los niveles e impulsando nuevas expectativas para la formación y educación de los niños y jóvenes. Esta realidad repercute de manera importante en especial en la primera infancia y permite observar a primera vista una marcada aceleración en el proceso global del desarrollo de los niños, tanto a nivel físico como psíquico, originado por la sobre estimulación que produce el medio vital acelerado y accesible a todos.

Consecuentemente se nota en muchos casos una desarmonización de la personalidad en cierne y un empobrecimiento de la vida infantil y juvenil, provocada especialmente por la reducción de la actividad propia y por la carencia de experiencias directas adecuadas al nivel de desarrollo.

Partimos de la hipótesis que los procesos vitales se desenvuelven según ritmos generales y particulares en tiempos relativamente prescriptos, y que en cada etapa del desarrollo humano maduran determinados aspectos del ser, sólo difícilmente recuperables en otra etapa; es por ello que la Pedagogía Waldorf trata con especial cuidado cada momento evolutivo de cada niño, y se enfatiza la observación de los niños del nivel inicial, a fin de establecer con la mayor precisión posible el momento en que el niño logra la madurez necesaria para transitar de la pre escolaridad a la escolaridad, basándose para ello en parámetros biológicos, psicológicos, pedagógicos y sociológicos precisos, desarrollados en el Proyecto Educativo.

La experiencia en el seguimiento intensivo de nuestros alumnos, nos permitió comprobar que un niño que no está maduro al comenzar el proceso de aprendizaje sistemático en la mayoría de las áreas (intelectual, biológica, socio-afectiva y volitiva) va generando interiormente sentimientos de desadaptación produciéndose una retroalimentación negativa con el medio, debido a la discrepancia entre sus conducta y las expectativas que se centran en él. A medida que se concientizan sus dificultades, disminuye su autoestima, lo cual lo torna más ansioso y dependiente de la aprobación de los demás, e influye negativamente tanto en el proceso de aprendizaje como en el proceso educativo/formativo general. Los niños que en este nivel no han alcanzado la madurez necesaria, muestran una marcada necesidad de seguir ejercitando la función simbólica, las relaciones interindividuales y la regulación de intereses y valores a través de la actividad lúdica.

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ACTUALIZACIÓN PERMANENTE

El hombre contemporáneo se ve confrontado con la imperiosa necesidad de actualización permanente para poder readaptarse ante los constantes cambios e innovaciones que le presenta la vida moderna.

Por ello la Pedagogía Waldorf trata de sentar las bases para que las jóvenes generaciones desarrollen desde el inicio mismo de la escolaridad una actitud positiva y comprometida frente al aprendizaje, y que además vivencian la alegría y satisfacción que emana de un trabajo lleno de sentido, concluido armónicamente, de la autosuperación y de la adquisición de nuevas capacidades y habilidades.

La selección de los contenidos según las necesidades evolutivas de los alumnos, y su tratamiento interdisciplinario en el tiempo y ritmo considerados como óptimos otorga significación y sentido vital al quehacer educativo. Esto aumenta en forma natural el interés del alumno hacia su trabajo escolar; optimiza la calidad del conocimiento, aumenta la implicación, favorece la aparición de elementos de satisfacción, como el gusto por aprender, el disfrute del trabajo y las actitudes positiva hacia el aprendizaje en general.
Además, cabe destacar que en todo el quehacer educativo la Pedagogía Waldorf enfatiza el PROCESO, valorando el producto como una producción humana, que como tal, siempre es factible de ser mejorado, perfeccionado, transformado, redimensionado y encarado desde otro punto de vista.

La cuidadosa selección y progresión de los contenidos a lo largo del proceso escolar completo y el reemplazo de las definiciones por caracterizaciones tienen por objeto hacer vivencias a los alumnos, que cada contenido pueda ser caracterizado, ampliado y comprendido desde otro enfoque. Esto despierta y mantiene vivo el interés con respecto a todos los aspectos del mundo, lo que, unido con el gusto y la alegría por aprender y superarse, sienta las bases para una disposición general de aprendizaje frente a la vida misma y promueve la reflexión sobre las posibilidades del ser humano de aprender y de perfeccionarse durante toda su vida.

De allí que una meta central de la Pedagogía Waldorf sea la de conducir a sus alumnos de la educación a la autoeducación.

Principios Rudolf Waldorf

LA CRECIENTE COMPLEJIDAD DE LA PROBLEMÁTICA INDIVIDUAL Y SOCIAL.

La vida moderna sitúa al hombre en una compleja red de interrelaciones a la vez que conlleva a una tendencia de aislamiento individual.

En este sentido es importante considerar que la individualización sólo es posible en sociedad y que, a su vez, el nivel de salud de una sociedad depende de la integridad de los sujetos que la componen.

La educación acompaña al ser humano en su doble y correlativa realidad individual y social. Es, por un lado, proceso de socialización, por el otro es proceso de individualización, en el que se desarrollan y maduran capacidades para la autonomía y la responsabilidad.

Los procesos que conducen a la maduración, a la autoexpresión y al autorespeto, le permiten al niño reconocerse en sus virtudes originales, es decir recorrer un camino hacia sí mismo, creando a partir de ello las aptitudes esenciales para que el niño esté siempre atento a las realidades circundantes, a brindar sus aportes, interactuar, cooperar, por lo tanto, estar abierto al otro.

Esto requiere por parte de los docentes el más profundo respeto por la individualidad de cada uno de sus alumnos. Este respeto se sustenta en el conocimiento lo más exhaustivo posible de cada uno de sus educandos, de sus realidad, sus particularidades, sus capacidades, sus debilidades, etc. El docente, además, debe percibir al grupo como una totalidad orgánica en la que se conjugan múltiples niveles de capacidades, inclinaciones e intenciones, en una intensa y dinámica red de interrelaciones.

El conocimiento de los alumnos desde lo individual y lo grupal requiere compartir y convivir experiencias. Para hacer posible ese conocimiento el docente en la escuela Waldorf ya sea la maestra jardinera, o el maestro de grupo en el Colegio Rudolf Steiner acompaña como responsable durante un lapso de varios años a su grupo.

Cuanto más heterogéneo y estable sea ese grupo, tanto mayores serán las posibilidades de ejercitar y desarrollar las capacidades sociales. En la Escuela Waldorf los grupos están integrados por niños de diferentes procedencia, cultura, religión, nivel intelectual y social, y también niños con ciertas discapacidades.

Como el desarrollo anímico e integral de la persona exige también el desarrollo de las múltiples facetas del individuo, la Pedagogía Waldorf otorga el mismo grado de importancia a todas las materias tanto las intelectuales, como las artísticas y prácticas, respetando las posibilidades del rendimiento individual. Esto permite que los alumnos perciban las dotes y cualidades que cada uno posee en los diferentes campos del quehacer escolar, como también las dificultades o menores habilidades para determinados aspectos del aprendizaje. Así se fomenta la admiración y respeto por las capacidades propias y ajenas, y se despierta el espíritu de cooperación mutuo.

Esta vivencia se intensifica aún más en el proceso de evaluación, al suplir el patrón de calificación uniforme por una descripción minuciosa en la que se evalúa el rendimiento con respecto a las posibilidades y capacidades de cada uno. Se considera un buen desempeño, al que responde al máximo rendimiento posible para ese determinado educando. Se suplanta así la competencia mutua por el deseo de autosuperación, ya que es el individuo mismo el patrón con el cual se medirá su desempeño. Con el tiempo se agudiza una correcta autopercepción, y a su vez se sensibiliza para la exacta percepción y comprensión del otro dentro del marco grupal.

Esto intensifica la sensación de que TODOS están en proceso de aprendizaje, y permite descubrir la alegría y satisfacción tanto al poder brindar como al recibir ayuda.

Principios Rudolf Waldorf

Descubrir que cada uno, aún un niño que a primera vista presenta notable discapacidad, es capaz de brindar a los demás algo único y especial, llena de sentido la vida humana. Sentirse capaz de brindar ayuda y protección fortalece la propia seguridad y autoestima; a su vez, ser capaz de recibir ayuda fomenta el sentimiento de gratitud.

En la Pedagogía Waldorf se contempla la dimensión humana en todos los contenidos. Esto desarrolla una profunda comprensión para la vida y el actuar en el proceso individual, grupal y socio-comunitario.
La enseñanza temprana de lenguas extranjeras utilizadas como instrumento de transmisión de las respectivas idiosincrasias y culturas, despierta la comprensión y desarrolla interés y curiosidad por lo diferente, a la vez que afirma la propia identidad lingüístico-cultural, sentando así las bases para una visión multicultural.

Estos principios, transportados a toda la comunidad Educativa se organizan Institucionalmente según pautas democrático-republicanas. En ella todos los miembros – tanto padres como docentes son copartícipes y corresponsales de la gestión. Con esto se enfatiza la visión de que la escuela es un campo organizado de acciones e interacciones que configuran una estructura orgánica de comunicaciones. En esta estructura dinámica, los procesos para la concreción y consecución de los fines específicos van influyendo en mayor o menor medida en la introducción de cambios, lo cual exige un intenso y continuo intercambio de todos los integrantes. Esto enriquece la visión de los alumnos, quienes vivencian que la escuela es una sociedad en continuo cambio, tal como lo es la sociedad contemporánea, y los sitúa a su vez en un campo perceptivo más amplio, puesto que se autoperciben dentro de una red de comunicación más vasta que abarque todos los estamentos de la escuela y amplia este contexto, alcanzando a las familias que participan del quehacer de la comunidad con ello se sustenta la experiencia que una democracia sólo puede existir si todas sus instituciones están organizadas y orientadas hacia los objetivos democráticos.

De esta manera la práctica de ideales democráticos se trasforma en vivencia, desde la cual no sólo se perciben las virtudes de cooperación y solidaridad, sino también el proceso, muchas veces difícil y complejo, de lograr consenso, de armonizar diferentes tiempos, ritmos, capacidades e intereses coexistentes para la concreción del objetivo en común. Esta dura tarea exige tender sin descanso hacia un trabajo formativo que requiere de cada integrante su constante autoeducación, para integrar el espíritu de independencia individual con el espíritu de corresponsabilidad para con la comunidad y la sociedad. Teniendo en cuenta la anterior justificación, el currículo del Colegio Rudolf Steiner atenderá la filosofía institucional, las necesidades con la actualidad científica, tecnológica, productiva, política, individual y social de la contemporaneidad, para garantizar una verdadera pertenencia social.

El Colegio Rudolf Steiner surge como respuesta directa a esta necesidad. Es una firme iniciativa de padres y educadores, comprometidos con el futuro de nuestra sociedad, proyectando actividades pedagógicas, sociales, culturales y de investigación.