De los 0 A 7 años: desde la concepción hasta los siete años: Imitación.
Contemplado en brazos de su madre, aparentemente desvalido, el bebé parece incapaz de aprender. Sin embargo está en su etapa más receptiva. Desde que nace comienza el aprendizaje. El ponerse en pie, la adquisición del lenguaje y la capacidad de pensar, son logros gigantescos conseguidos en un período de 3 a 4 años. Todo ello lo adquiere sin haber sido enseñado, gracias a una combinación de habilidades latentes, instinto y sobre todo por la IMITACION. Todo el período de la vida hasta los 6 o 7 años está caracterizado principalmente por la imitación. El niño imita de todo lo que le rodea, no sólo los sonidos del lenguaje o los gestos de los adultos, sino también las actitudes de sus padres y de las personas cercanas.
En el Jardín de infancia de las escuelas Waldorf se admiten niños que hayan cumplido 4 años. Cerca de los 3 años el niño deja de nombrarse en tercera persona y comienza a hacerlo en primera persona utilizando las palabras “Yo”, “Mío”, etc. También vive la etapa del “No”. Todo está relacionado con el primer despertar de la conciencia del Yo, que es un hito importante en el proceso de individualización del ser humano. A esta edad ya no es tan necesaria la presencia continua de la madre y está apto para trabajar en equipo con otros niños.
El trabajo metodológico en el preescolar pretende propiciar un armonioso desarrollo del niño (hombre en cierne) con una rítmica secuencia de actividades de expansión y concentración. El ritmo de las actividades y la regularidad horaria da seguridad al niño. Día tras día se repite la misma secuencia de actividades aunque variando los contenidos. Esto, junto con la periódica experimentación de las épocas del año y con las fiestas importantes, es la forma más adecuada para introducir en el niño la vivencia del tiempo, así como las actividades motrices ayudan a la adecuada ubicación de las dimensiones espaciales.